29/07/07
03:00 AM
Porque casi siempre son los nietos y sobrinos lo que pone a sus mayores sobrenombre, a doña Argentina fueron sus sobrinos quienes le llamaban “Mama Nina”.
D. Argentina García – de los García de la Penda, por un provocado accidente de su esposo, padre que no llegue a conocer – quedó sola a destiempo, ya éramos tres hijos; Manuel, fallecido, William y Ana, que perviven aún, armada de valor decidió criar a sus hijos con sus propias manos, así lavaba y planchaba por docena; luego cuando decide mudarse desde la penda al pueblo le compró una casita a Doña Asunción, casita que cuando llovía pasaba un corriente de agua por el medio de la sala.
En la calle 5, hoy Av. Bienvenido Fuertes Duarte crecimos, y mamá hacía dulces de coco, batata y leche, tortas y turrones, y los fines de semana comíamos galletas con dulce de batata por encima… tiempos difíciles pero llenos de fe y alegría.
Era Doña Argentina mujer de acendrada virtud, laboriosa y aunque de carácter fuerte tenía un espíritu amable y quería valerse siempre por sí misma, aún teniendo 17 años en silla de ruedas quería ayudar en los quehaceres de la casa.
Al llegar al pueblo conoció el mensaje de la Iglesia Adventista… de su tiempo sólo queda la Profesora Milagros Ferreiras, llegó a cantar en el coro que dirigía el Pastor Samuel Acosta Marcelo. Fue Diaconisa y trabajo en el departamento de niños por muchos y largos años, fue además hermana muy querida dentro y fuera de la iglesia.
A causa de lavar y planchar y hacer dulces, contrajo un reumatismo crónico que poco a poco fue ganando la batalla, primero hubo que amputarle una pierna, luego la cama y al final la intrusa con su guadaña hizo la señal definitiva y reclamó su cuerpo, y solo su cuerpo pues su alma, su espíritu hace tiempo estaba guardado en el señor Dios todopoderoso – el dador de la vida.
Muchos se preguntan: a donde van los muertos, Señor a donde van.
Los cristianos practicantes no hacen caso a la pregunta anterior, sencillamente el cuerpo va al polvo de la tierra, y el alma / espíritu a Dios que lo dio. Es cierto que el dolor nos embarga, que hemos perdido – por el momento nuestra querida madre, más es un dolor que acepta la promesa de San Pablo cuando dice: he aquí, os digo un misterio, todos ciertamente no dormiremos, más todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojo, a la final trompeta: porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados. (1 Corintios 15:51, 52). Y el visionario de patmos nos dice: He aquí yo hago nuevas todas las cosas, y limpiara Dios toda lágrima de los ojos de ellos – nosotros – y la muerte no será más, llanto ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas son pasadas (Ap. 21: 4, 5).
Hoy después de un largo batallar, “Mama Nina” no se rindió; sino que aceptó como la habíamos pedido – la inescrutable voluntad del Dios creador.
A todos ustedes, muchas gracias por querer compartir estos momentos difíciles de corazón, muchas gracias, en especial al Dr. Sergio Romero por las veces que fue a la casa no solo a chequearla sino también a darle ánimo y conversar con ella, al Dr. Juan Luís Vásquez, a Doña Mery de García, a Miguel Paulino y Rosanna por estar presente en los primeros momentos. A Emil y Jenny, a mis vecinos, a Cristian y a mi hermana Anita porque hizo del cuidado de Mama un apostolado, a tía y terminó diciendo:
Al filo de la media noche
En silencio, como si quisieras
Marcharte a hurtadillas
Después de mucho jadear
Y guardando solo para ti tus últimas
Palabras.
Te fuiste…
Madre, puedes ir en santa paz
De ti aprendimos,
El valor del trabajo honesto
La entrega a las causas justas
A mirar de frente, a luchar con fe
A vivir con ganas y confiar en Dios.
Cuando Cristo venga en nube radiante
Con todos los santos a buscar los suyos
De todos los míos nos demos abrazos
Y volemos juntos al último cielo
Por la eternidad.
Tu hijo,
William García.